martes, 3 de marzo de 2009

MONASTERIO DE SANT PAU DEL CAMP

El monasterio de Sant Pau del Camp, es un antiguo monasterio benedictino que se encuentra en pleno barrio del Raval, en la calle Sant Pau nº 101. Es uno de los edificios románicos mejor conservados de Barcelona.
Fue fundado por cuenta de Guifré-Borrell entre 897 y el 911 tal como se puede comprobar en la lápida funeraria de este conde, encontrada en enero de 1596 y que actualmente es adosada al muro del brazo izquierdo de la iglesia, bajo el cruce. Desde que fue fundado y hasta el saqueo llevado a cabo por Al-Mansur, en el año 985, no hay ningún documento escrito, de manera que sólo se sabe que era una simple iglesia que no acogió ninguna comunidad hasta su fundación.
Los nobles Geribert Guitard y su esposa, Rotlandis, fundadores de la casa de los Bell-lloc, lo reconstruyeron y lo unieron al monasterio de Sant Cugat del Vallés a fin de que se pudiera constituir una nueva comunidad monacal. Estos nobles, como donación, lo colocaron bajo la protección y la tutela de la Santa Sede, de forma que el monasterio podía funcionar de manera totalmente autónoma.
En el siglo XIII ya no dependía de Sant Cugat y en el año 1490 en Sant Pau se celebró el último capítulo general de las dos provincias eclesiásticas de Tarragona y Zaragoza. En el año 1508 se une a Montserrat; en el año 1593 otra vez a Sant Cugat y en el año 1617 depende del monasterio de la Portella del Berguedà. Los monjes lo abandonaron definitivamente a causa de la exclaustración, en 1835. En el año 1879 fue declarado Monumento Nacional.
-LA ESTRUCTURA:
La vieja iglesia fue totalmente renovada hacia el siglo XIII con un tipo de construcción de plan románico con una nave con cruces, tres ábsides y cimborio. Se usó la piedra trabajada para las partes nobles y destacables como el portalón, la parte alta de la fachada, las arquerías ciegas sobre canecillos que envuelven las paredes, los ábsides y también la parte interna de la nave.
En cambio, se usaron simples bloques rústicos de medidas inferiores para los muros. La bóveda es de caño apuntado, mientras que los arcos del cruce son de medio punto, sobre los cuales se eleva la cúpula, también de arco apuntado, sobre trompas cónicas, con cimborio poligonal exterior muy elevado. La bóveda de los brazos del cruce y de los ábsides descansa sobre una fina cornisa. En el portalón fueron aprovechados dos capiteles de mármol de tradición visigoda que sostienen unas impostas decoradas con detalles geométricos. A relieve del tímpano está representada la majestad del Señor entre Sant Pau y Sant Pere. A cada uno de los laterales del arco, emergen el león y el toro, símbolos de los evangelistas, y con relieves más altos, el ángel y el águila, entre los que aparece, en el centro, la mano de Dios. En la descripción del dintel se recuerda a los que sufragaron la obra de la iglesia.
-EL CLAUSTRO:
Forma un patio cuadrado con refuerzos intermedios en el centro de las galerías, que discurren sobre columnas aparejadas. Su particularidad radica en los arcos lobulados de clara tradición árabe que le dan un encanto singular. Los temas que ornamentan los 48 capiteles del claustro no son muy variados porque las representaciones a menudo se duplican en capiteles aparejados. La gran mayoría de los capiteles derivan del corintio de los que toman las hojas con vivacidad y naturalidad, bajo un experto cincel que las detalla o las transforma en sus hojas rizadas. A pesar de esta belleza, muchos de los capiteles fueron devastados. Son extraños los temas ornamentales con entrelazados o palmetas. Las representaciones figurativas se reducen en un corto repertorio de leones, aves de rapiña y pájaros. No faltan las sirenas ni las luchas de guerreros contra monstruos y leones que se enlazan en un agitado movimiento. En el lado de un personaje que apunta con una flecha a una gasela, aparecen, como personajes históricos, sólo los temas de Adán y Eva y el tormento de una mujer entre dos sapos. La obra artística se mueve entre las influencias árabes que produjeron los arcos lobulados y la labor de unos obradores cuya presencia se nota entre otros monumentos del siglo XIII que conserva Barcelona.






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